El motivo de envolver un regalo o meterlo en una caja de cartón no es más que el de provocar emoción, ilusión, curiosidad y sorpresa. Hasta el punto que a todos nos “agobia” un poco el pensar que las expectativas que genera el exterior (caja-envoltorio) no superen a los del regalo en sí.
Pero para los niños no es sólo eso, para ellos la caja se convierte en otro regalo más. Dicen los expertos que los tres primeros años de vida de un niño son muy importantes a nivel de desarrollo y aprendizaje, porque es cuando se asientan las bases de todo lo que vendrá después.
Seguro que en más de una ocasión habéis comentado que «los niños pequeños son esponjas». Y es cierto; absorben cualquier experiencia del entorno, ya sea visual, táctil, auditiva, olfativa, gustativa o incluso emocional para aprender e imitar.
Por eso para ellos es tan importante la caja de cartón como el juguete en sí. Los padres no deberíamos extrañarnos al observar que nuestros hijos le prestan más atención a ésta que al contenido del regalo que se les acaba de entregar.
Muchas veces el juguete llega a sus manos con un rol de juego cerrado o inventado que no deja espacio a más opciones o posibilidades. Sin embargo con la caja de cartón las posibilidades de juego se disparan en sus cabecitas facilitando así dar rienda suelta a su imaginación: pueden abrirla, cerrarla, convertirla en su escondite, o en su caja fuerte, etc…¡Y eso es genial!
Por eso es tan importante el juego libre. Porque lo más importante es el juego, y no el juguete.
Desde Kadibudoo apoyamos esta visión del juego, pues desde pequeños la hemos conocido y entendemos que es fundamental en el desarrollo y crecimiento personal de un niño.
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